Escúpale a GarínEl día que murió Pinochet hubo alegría, pero fue fugaz. Incluso fue cool ir a Plaza Italia. Pero en lo personal, rápidamente me invadió un vacío. Algo no encajaba. Lo atribuí a la caña que traía ese domingo. Pero el vacío duró varios días.
El lunes Hugo Gutiérrez inició una marcha desde Plaza Italia hasta la Plaza de la Constitución para prenderle una vela a Salvador Allende. Otra maldita ironía homenajear nuestra perversa constitución frente a La Moneda. Gutiérrez marchó siempre por la vereda junto a un grupo de colaboradores. Su manifestación fue constantemente intervenida por carabineros de choque. Estos hacían barreras con sus escudos y detenían el caminar, capturando a los más audaces y desprevenidos. También el guanaco mojó al abogado y se sintieron las lacrimógenas. Pero dueño de una voluntad invaluable, continuó su marcha hasta que 5 piquetes se pararon escalonadamente frente a él a la altura de la Universidad de Chile. Lo impresionante fue que la libre circulación estaba completamente permitida, salvo para Gutiérrez. No tenía derecho a caminar por la vereda en dirección poniente. Con mi compañero lo apoyamos un par de horas, pero al ver que la situación no evolucionaba nos retiramos. Después supimos que Gutiérrez logró encenderle una vela a Salvador Allende.
Ahora, lo que me molesta es que el hecho fue consignado en la prensa extranjera pero no en la local. De la misma forma, en nuestro país, al sanguinario (nombrado así en la prensa argentina), se lo llama cuando mucho ex –dictador. Yo creo que todo el planeta se ríe en estos momentos de lo penca que es nuestro periodismo.
Como periodista siento vergüenza. Por qué tratar con suavidad a un asesino. De que ecuanimidad me hablan. El deber de la prensa es expresarse con claridad y precisión. Es su obligación como garante de la libertad. Y más importante aún, como creadora de realidad. Pero en Chile la prensa libre casi no existe. ¨Solemne y emotiva despedida a Pinochet¨ decía un titular. Creo que un editor vende su alma si publica algo así. En Chile demasiados periodistas la venden y la regalan.
Otra cosa. Porque los medios plantean tibiamente la pasividad de carabineros frente a las reaccionaras agresiones de los pinochetistas. La policía ni siquiera fue capaz de proteger a la prensa. La imagen de la periodista española ya dio la vuelta al mundo. Es el Chile que exportamos. Es el Chile que somos.
Ese era el vacío. La muerte del viejo culiao nos obligó a vernos a cara descubierta. Y no fue agradable. En una sociedad donde reina la hipocresía, el día del funeral los pinochetistas olvidaron su sonrisa de transición y volvieron a esos ojos exaltados de ignorancia, odio y egoísmo. Una combinación llena de maldad que hizo estallar las venas del país.
Me duele ver tanta gente en la Escuela Militar. Tantos fanáticos de la Muerte.
Entonces con la desaparición del tirano no había nada que celebrar. El único acto valiente y sensato de aquellos días, fue el escupo lanzado al ataúd por el nieto del general Prats. Después vino el miércoles y el vacío seguía allí. Perdió Colo-Colo y fue imposible ahogar ese vacío con alcohol y excitación. Llegó el jueves y el aire era todavía más denso. En la radio cuentan que entre seis países sudamericanos encuestados somos el segundo más infeliz. El modelo económico claramente no alcanza. ¿Seguimos reprimidos por el apagón cultural? ¿Por eso evitamos la verdad? La prensa construye un Chile insípido y oportunista. Un Chile sin brillo. Un Chile que no se atreve a ser feliz.
Reflexionaba sobre todo esto, vagando sobre mi bicicleta, cuando veo al amigo íntimo de Pinochet, general(r) Guillermo Garín, sentado tranquilamente en el Café Literario de Providencia. Estaba en una terraza, conversando con cuatro viejas que me imagino deben ser cuatro viejas culiás. Entonces pienso: ¨No puede ser que este hueón esté sentado a la sombrita, cagao de la risa, y nadie le diga nada¨. Me acordé que en Buenos Aires, al capitán de la Armada y torturador Alfredo Astíz, conocido como el ángel de la muerte, lo golpearon cinco veces en la calle hasta que tuvo que optar por encerrarse en su casa. Me decidí a esperar que Garín saliera del café. Estuve sentado una media hora hasta que lo vi caminar por el parque hacia su todoterreno. Pedaleé con tranquilidad, me crucé por atrás, y cuando estaba a medio metro le escupí en la cara con increíble precisión. ¨Conchetumadre¨ me dijo primero en voz baja. ¨CONCHETUMADRE¨ me gritó después. ¨Chúpalo rico hueón¨ le contesté con una sonrisa. Hizo el amague de buscar algo en su todo terreno, una arma quizás, así que huí. Inmediatamente me sentí aliviado y el vacío desapareció. Recuperé mi alma. Ese viejo culiao se llevó demasiadas con su muerte. No dejen que estos asesinos y sus cómplices circulen libremente por las calles. Escúpale a Garín. Escúpale a Lucía. Escúpale a todos los que fueron socios del tirano. Y les garantizo que serán un poco más felices.